Gracias al Ciudadano K leemo sen el periódico "La Prensa" un artículo sobre los medios de comunicación, donde además también apunta el crecimiento, paso a paso, de la importancia de los blogs.
Los miedos de comunicación
José Luis Exeni R.
Enlace original
ay la creencia de que la debilidad mayor de los medios de comunicación masiva, en especial de la televisión, radica en que "nos dicen qué hora es, pero no el año". Claro que esto no es lo más relevante: sería demasiado simple. El asunto central tiene que ver con el modo en que los mass media influyen en la fijación de agenda, proceso en cuyo despliegue intervienen un conjunto de actores, intereses, estrategias y escenarios diversos y a veces contradictorios. La cuestión, entonces, no es tanto si los medios nos dicen la hora o el año, sino el modo en que esas "sus" coordenadas condicionan las que tienen tanto las instituciones políticas y de gobierno como la ciudadanía.
En tal sendero sin atajos, quizás resulte exagerado afirmar, como Minc, que "la verdad mediática ha sustituido a la verdad auténtica" (verdades que, "cuando, por suerte, coinciden, ¡tanto mejor para la democracia!"; ¿y cuando no coinciden?..., ¡pena por la democracia!). Exagerado, en efecto, pero no delirante ni, menos, despreciable. Y es que los medios de (in)comunicación, está demostrado, constituyen no sólo la principal fuente de información política, sino también el referente del "clima de opinión". No es poca cosa. Más todavía si asumimos que la construcción de agenda informativa y de opinión puede ser un útil insumo para el debate público, pero también un eficaz artefacto de manipulación.
"Dicen eso está muerto. Y lo matan". ¿Qué hacer con la verdad mediática? Vea usted, como muestra, dos botones que confirman el cotidiano rito. Es la hora pico de los telediarios. En una red televisiva, desde la ciudad de Sucre, se informa con alarma que "no hay acuerdo para elegir a la directiva de la Constituyente? porque el MAS no se pone de acuerdo". Y con dedo acusador advierten que todo se ha postergado, lo menos, hasta las 11 de la noche. A la misma hora, desde el mismo lugar, otro canal anuncia que "ya hay acuerdo para conformar la directiva de la Asamblea". Y leen los nombres de los 11 constituyentes elegidos. ¿A quién creerle?
Segundo botón. Un periodista entrevista al dirigente campesino Román Loayza. "Se lo ve molesto porque no fue elegido Presidente de la Constituyente", provoca. Habían dos candidatos y la compañera Silvia Lazarte, también quechua, fue la elegida, aclara. El dueño del micrófono vuelve a la carga: "¿No se siente frustrado?". Para nada, compañero periodista, le dice Loayza. Tercer round: "¿Y usted cree que Lazarte podrá dirigir una Asamblea de 255 miembros?". Por supuesto, responde el dirigente masista. Como último intento (des)informativo, mientras don Román saluda la elección de su compañera, las letritas blancas sobre fondo rojo aseguran: "Disputas en el MAS por Silvia Lazarte". Tengo las imágenes.
¿Qué hacer, ciudadanos, con la verdad mediática? Sospecho que la respuesta no pasa por seguir alentando el inútil debate sobre libertades intocables versus tentaciones de control. El reto, más bien, en este momento constituyente, radica en cimentar, sin gambetas ni regateos, como valor a la vez que principio, la sólida roca del derecho a la comunicación.
1 comentario:
Celebro el artículo de Exeni, pues aborda un tema nodal de la democracia: el terrible papel de los medios (miedos) de comunicación. Creo que debiéramos prestarle más atención al asunto.
Publicar un comentario